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Fertilidad asistida
PEDRO CHAVARRÍA
DISECTOR

31 Jul 2025

Un evento fundamental en la vida de todo ser vivo, animales, vegetales, bacterias y hongos, es la reproducción. Una característica que aceptamos de la vida (como la conocemos), es la reproducción, lo que aprendimos desde la primaria: los seres vivos nacen, crecen, SE REPRODUCEN y mueren. En el caso del ser humano esto cobra capital relevancia y se habla de “la bendición de los hijos”, aunque nuestra especie no es muy destacada en lo que concierne a la reproducción, a diferencia de otras especies, como ratas y conejos, por ejemplo. Las mujeres suelen tener un hijo por vez, en casos menos frecuentes se producen embarazos gemelares y rara vez, múltiples.
El caso es que no todas las personas tienen naturalmente la bendición de los hijos, que representa la perpetuación de la especie y la ilusión de muchas parejas, ansiosas por criar uno o más hijos, para los cuales trabajan, educan y legan sus bienes. Una familia típica está formada por los padres (hombre y mujer) y los hijos, uno o más, sin perjuicio de agregar otros miembros, todos los cuales suelen vivir bajo un mismo techo, al menos por una buena parte de su vida. Algunas familias son algo diferentes, habitualmente madres solteras, o bien divorciadas o viudas. Ahora tenemos que agregar familias con dos madres y hasta con dos padres, pues se ha legalizado el matrimonio de dos personas del mismo género.
Estas últimas familias, un tanto atípicas, deben recurrir a métodos alternativos para tener hijos. El más conocido es la adopción, pero ahora contamos con otros medios tecnológicos, que englobo en el término “fertilidad asistida”. El primer intento fue la inseminación, llamémosle directa. El semen del futuro padre se inyecta en la matriz de la futura madre. Si quien desea ser padre tiene problemas de fertilidad, se recurre a una donación de esperma. En caso de haber otros problemas en la mujer, como podría ser el caso de que no produjera naturalmente óvulos, o no tuviera trompas uterinas permeables, entonces, o se puede forzar la producción de óvulos, o se recurre a una donadora de estos.
Incluso puede suceder que a la mujer le hayan extirpado la matriz, en cuyo caso se puede recurrir a lo que se conoce como “madre subrogada”, es decir, se toman óvulos y esperma de quienes desean ser padres, se produce la fertilización in vitro, es decir, óvulo y espermatozoide se unen en el laboratorio, se inicia el desarrollo del nuevo ser humano y después de un tiempo breve se implanta en la madre subrogada, en ella evoluciona el embarazo y cuando el hijo nace es entregado a la madre biológica. Esto puede dar lugar a conflictos éticos: ¿de quién es hijo? ¿De quien aporta óvulo y espermatozoides, o de quien aportó el vientre para el desarrollo completo?
Pero, más allá de este problema, me quiero referir a otras posibilidades. Empiezo con niños con tres padres. La tecnología actual permite que una mujer que se sabe que tiene algunas mutaciones que darían lugar a hijos enfermos, reciba nuevas posibilidades para tener un hijo sano. Concretamente, se trata de enfermedades llamadas mitocondriales. Las mitocondrias son organelos internos de todas las células conocidas, donde se produce la energía que se necesita para vivir. Estas mitocondrias son organelos muy especiales, pues poseen su propio DNA, el cual, si se daña -mutaciones- puede dar lugar a enfermedades. Así, una mujer con estas mutaciones puede aportar un óvulo, extraerle el núcleo con técnicas muy sofisticadas de micromanipulación, conseguir óvulos de una mujer con mitocondrias sanas, extraerle también el núcleo e insertar en su lugar el de la mujer original. De este modo, el óvulo que será fecundado en el laboratorio -in vitro- tendrá el núcleo -los genes- de la mujer enferma, pero no las mitocondrias afectadas. El óvulo de la donante no aporta genes porque le fue extrado el núcleo. El hijo resultante recibirá genes del padre, de su madre y de los contenidos en las mitocondrias de la donadora. Total: tres juegos de genes, en lugar de dos; así tendrá genes de dos madres y un padre.
De manera alternativa, se le pueden trasplantar mitocondrias sanas a una mujer con esos organelos dañados y este complemento permite que el hijo posiblemente afectado lo esté en grado muy leve. También en este caso ese hijo llevará genes de tres personas: padre, madre y donadora de mitocondrias. Como vemos, la idea de paternidad tiene que ser ajustada, pues ya no es asunto de dos, sino ahora de tres. Claro que estas técnicas son muy sofisticadas y apenas se realizan en contados lugares y casos en el mundo.
Otra alternativa que quiero plantear, resulta de la fertilización in vitro tradicional, donde padre y madre aportan óvulos y espermatozoides, que por alguna razón, no se encuentran exitosamente de forma natural y no se produce el embarazo. Nótese que dije óvulos, pues aunque es una técnica ya estandarizada, la fertilización no siempre es exitosa, de modo que se toman varios óvulos y se fertilizan. De los casos exitosos resultan los embriones correspondientes: seres humanos en todo su potencial. De entre los varios embriones logrados se escogen uno, o dos, y este o estos se implantan en la futura madre para que se desarrollen completamente y la pareja tenga el o los hijos deseados.
El problema queda con los embriones no implantados. Si fallaran el o los primeros, hay otros que pueden implantarse. Pero si no se emplean -no quiero decir “usar”-, quedan congelados por tiempo indefinido, bajo la custodia de los padres, al menos mientras no se divorcien, porque en ese caso, pueden surgir disputas por la custodia. Aún más, si uno de los padres, ya separado, decide descongelar los embriones implantándolos en si misma -caso de la mujer- o en otra mujer -caso del padre-. ¿Cómo se entiende que se tenga un hijo de alguien que ya no es su pareja? Otro conflicto ético.
Pero aún hay más. Algunas personas optan por incinerar a los embriones no aplicados. Son seres humanos que, dejados a su libre desarrollo, resultarían en personas, con todos los derechos de uno de nuestra especie. No es una decisión fácil incinera hijos, que eso son. Mientras estén congelados se generan los correspondientes gastos para mantenerlos vivos, pero detenidos en su desarrollo. Una pareja podría, con el tiempo, decidir implantarse uno, o dos, más adelante y aumentar su descendencia. De este modo, el hijo fue concebido, digamos, cinco años atrás. Estrictamente empezó su vida cinco años antes de nacer, pero como no había nacido, no empieza a contar su edad.
¿Qué más se podría hacer con esos embriones? Una opción es donarlos en forma anónima, de modo que los padres originales no conocerán al hijo resultante, que nacerá de la mujer en que fue implantado, aunque lleva los enes de otra pareja y probablemente se parezca más a sus padres biológicos. El concepto de maternidad debe ser nuevamente revisado. Ya lo fue cuando se aceptó que madre es quien cría. Pero ahora hay que incluir a quien aportó el vientre y sostuvo el embarazo. Y quien fue madre subrogada, ¿es también madre de ese hijo? ¿Y una madre subrogada puede cobrar por ese servicio? Al menos deben considerarse los gastos que derivan de los cuidados del embarazo. Queda en el aire que alguien pudiera ver una oportunidad de negocio en actuar como madre subrogada, que sería equivalente a querer cobrar por donar un riñón, o sangre. Está claramente estipulado que toda donación de órganos, incluida la sangre, debe ser altruista. Aunque sabemos que hay mercado negro.
Como si todo esto fuera poco, ha surgido una nueva opción: adoptar un embrión. Tal cual se adopta a un niño o niña, ahora se puede adoptar un embrión, mismo que será implantado en el vientre de la futura madre, donde se desarrollará. En este caso, el vínculo madre-hijo será mucho más fuerte, pues, aunque no lleve sus genes, creció dentro de ella y de ella nacerá. Y esto me trae a la noticia que motivó este artículo. ¿Y si la mujer que anhela el hijo no tiene matriz? Aquí entra la figura de la madre subrogada.
Lo destacado de la noticia de este caso es que quien fungió como madre sustituta, fue la suegra, de 56 años. Mujer sana, fue encontrada apta para enfrentar el embarazo, lo cursó y nació una niña sana. En este caso, los abuelos lo fueron de una manera muy especial, pues al mismo tiempo tuvieron una hija y una nieta en la misma persona. Dos parentescos al mismo tiempo. El caso de los embriones congelados que reanudan su vida tras haber estado en animación suspendida, se puede aplicar en este y en otros muchos casos. No deja de ser asombroso cómo un ser humano se puede generar en circunstancias artificiales. En primer lugar, puede hacerse la fecundación en un laboratorio, congelar el embrión apenas empieza su desarrollo y luego implantarse en otra mujer que no es su madre biológica y nacer de esta, y más sorprendente: nacer hijo de su abuela.
Congelar a un ser humano, en etapa embrionaria muy temprana, cuando apenas se trata de unas cuantas células, y luego descongelarlo e implantarlo en una matriz para que, nueve meses después nazca. Todo ser humano solía gestarse dentro de una matriz, la de su madre, pero ahora llega a una matriz extraña cuando se hubo formado en una caja de vidrio. Cabe preguntarse si eso de congelar y descongelar no tiene consecuencias en el embrión. O inclusive preguntarse ¿cuánto tiempo puede pasar congelado, antes de reanimarse? Pues resulta que se acaba de romper el record de estancia congelada antes de ser implantado y terminar su desarrollo. ¡Nada menos que 30 años!
Una pareja se sometió a fertilización in vitro y quedaron tres embriones viables congelados. Se pagaron los cuidados pertinentes y después de 30 años, los padres decidieron que no los incinerarían, ni los donarían en forma anónima, sino que los pondrían en adopción. Ellos intervinieron en la selección de la pareja a quienes darían en adopción a su hijo nonato; siguieron el embarazo de la madre que recibió la donación, de donde nació una niña normal, muy parecida a una de sus hermanas nacida más de 30 años atrás; lo que era de esperarse, pues biológicamente es hija de la pareja que dio al embrión en adopción.
La última situación asombrosa. ¡Esta niña fue concebida cuando sus hoy padres eras unos bebés! Nació sana ¿a los 30 años de edad cronobiológica! Aunque legalmente, recién nacida. Nació 30 años después de concebida, tiempo en el que estuvo en animación suspendida. El embarazo duró nueve meses, pero su evolución natural fue de 30 años. Casos sorprendentes, nunca pensados cuando empecé a estudiar medicina, hace ya casi 50 años.


Esta es opinión personal del columnista