- /
Con información de EFE | El Salvador | 01 Ago 2025 - 19:00hrs
Desde hace ya varios años he venido denunciando el carácter autoritario del régimen de Bukele.
En noviembre de 2023, a través de una publicación en X, y en un artículo de enero de 2024 en La Tercera, advertí sobre el peligro que representaba la reelección inconstitucional de Bukele en 2024, pese a su alta popularidad.
En ese artículo escribí: “La popularidad de Bukele se debe a la prioridad dada a la seguridad ciudadana, un área excesivamente crítica para los salvadoreños. Su plan ha mostrado resultados concretos en la lucha contra las maras, pandillas y el crimen organizado, pero a un alto costo: violaciones a los derechos humanos, debilitamiento del Estado de Derecho y concentración de poder en el Ejecutivo”.
“Como resultado de ello, El Salvador ha transitado de ser una democracia de bajo rendimiento a un régimen autoritario”.
Y cerré diciendo: la “Bukelización de la política” presenta un modelo seductor y eficaz, comunicacionalmente sofisticado y peligroso, que muestra cómo desmantelar una democracia con amplio apoyo popular. Vemos con preocupación cómo este modelo inspira a varios políticos en la región.
Ayer, el régimen de Bukele dio un nuevo zarpazo autoritario, logrando que la Asamblea Legislativa —bajo su control absoluto— aprobara una reforma que acorta su actual mandato al 2027, extiende la duración del nuevo período presidencial de cinco a seis años, elimina los límites a la reelección (convirtiéndola en los hechos en reelección indefinida) y también elimina la segunda vuelta.
De esta manera, el autodenominado “dictador más cool del mundo” dejó de ser cool para convertirse en un dictador vulgar y corriente, como tantos que hemos tenido —y seguimos teniendo— en algunos países de América Latina.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, en su Opinión Consultiva 28/21, señaló que la reelección indefinida no constituye un derecho humano, puede y debe ser restringida —sin que ello viole la Convención—, y que esta figura, además, vulnera los derechos humanos y debilita la democracia representativa. (Ver el video que envió abajo en mensaje separado).
Con esta reforma, Bukele sigue los pasos de las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, con algunas diferencias pero con una característica común clave: la concentración de todo el poder en sus manos, más allá de la aparente división formal de poderes.
Y al hacerlo con una ideología distinta a la de los otros tres regímenes, logra además beneficiarse del manto de impunidad que le brinda su estrecha relación con Trump, tras haberse convertido en el carcelero de la administración estadounidense en Centroamérica.